De acuerdo con el informe presentado hoy por el presidente de la UNAD, Juan Ignacio Jiménez Frisuelos, realizado con 27.000 usuarios adscritos a 108 programas de atención a drogodependientes que las asociaciones de esta ONG tienen en marcha en todo el estado, el 82 por ciento d los usuarios son hombres.

Un 45 por ciento tienen edades comprendidas entre 18 y 29 años, el 65 por ciento son solteros y el 43 por ciento sólo cuentan con estudios primarios. Un 30 por ciento tienen el Graduado Escolar y sólo un 0,7 por ciento poseen estudios superiores.

Las estadísticas revelan también que el 49 por ciento de los drogodependientes que han pasado por este tipo de programas han estado encarcelados y el 31 por ciento son portadores del VIH.

De estos dos últimos datos se despende, según el presidente de UNAD, que en la mayoría de los casos los presos no se rehabilitan en las cárceles.

Igualmente, puso en tela de juicio la labor del Estado, que no ofrece las herramientas necesarias a los reclusos para cambiar sus conductas antisociales y que se reinserten cuando salen de la cárcel.

"El tutelaje del Estado tiene que ser revisado porque no funciona adecuadamente y hay que incrementar los programas sanitarios", precisó Jiménez Frisuelos.

Además, según la encuesta sore usuarios, el 71 por ciento de los drogodependientes que llegan a estos programas ya han realizado otros intentos de rehabilitación y, de esta cifra, un 63 por ciento lo han intentado entre 1 y 5 veces, lo que indica que la mayoría de los usuarios fracasan varias veces en su intento de dejar la droga.

Sin embargo, en la mayoría de los programas en los que los expertos van a buscar a los drogodependientes a los sitios en los que se vende la droga o a las zonas marginales en las que viven, el 48 por cento de los que deciden entrar en la deshabituación consiguen llegar a programas de metadona y eso que en la mayoría de los casos su situación personal es de extremado deterioro.

El responsable de UNAD subrayó también, a la vista de los datos que ofrece este estudio, su preocupación por el consumo ascendente de drogas legales entre los usuarios de sus programas en general o, lo que es lo mismo, tranquilizantes, estimulantes o anfetaminas, que se pueden comprar en farmacias.