Estos árboles, cultivados en la localidad de Bracknell (Reino Unido), eran los únicos genéticamente modificados del Reino Unido. El equipo de científicos de Zeneca modificó estos árboles para que produjeran menos lignina, lo que significa que en el proceso de papel se utilizaría menos cloro para blanquearlo y menos energía.

Sin embargo, los ecologistas han justificado u acción alegando que estos árboles modificados son más débiles que los normales y tienen menos posibilidades de sobrevivir en un medio salvaje. Los activistas radicales afirman, en un comunicado, que la modificación genética de los árboles "es la mayor amenaza contra el medio ambiente en todo el mundo" y que llevará a "aumentar la conversión de los bosques en fábricas de papel y a aumentar el uso de sustancias químicas".

Por su parte, las compañías biotecnológicas han denunciado, a raíz de este suces, que los lugares donde realizan sus investigaciones no están lo suficientemente protegidos por la policía y se permiten así los ataques a los cultivos transgénicos.