DULCE MARIA LOYNAZ: "ME VOY QUEDANDO AL MARGE DE TODO. HE PERDIDO HASTA LA ILUSION POR PUBLICAR"

LA HABANA
SERVIMEDIA

"Me voy quedando al margen de todo. He perdido hasta la ilusión por publicar", declaró a Servimedia la poetisa Dulce María Loynaz, último Premio Cervantes de las Letras Españolas, 48 horas después de recibir la noticia de la concesión del galardón.

Dulce María Loynaz, que cumplirá 90 años el próximo mes de diciembre, permanece en su domicilio del barrio El Vedado de la Habana con pérdida casi total de la visión, rcreándose en los recuerdos vividos junto a escritores españoles.

Cuando se le habla de su ceguera, la poetisa confiesa que "lo he percibido todo por medio de las voces. La pérdida de la visión me ha hecho intensificar el mundo de los recuerdos".

"Es como si las fuerzas vivas del organismo se concentraran en los recuerdos", continuó la escritora, que explicó que "los que carecemos del poder de la visión, notamos cómo todo se concentra en la inteligencia y en el poder de la memoria. Recuerdo que medijo esto mismo Concha Espina, cuando yo estaba muy lejos de pensar que me podría suceder".

Dulce María Loynaz recrea su última vivencia española, en 1958: "Me recibieron en España como nunca pude imaginar. Los poetas de Málaga me obsequiaron con una enorme cesta de flores que debieron recoger de los jardines de Andalucía, de modo que pienso si quedaron aquellos jardines sin flores para obsequiarme".

En otra estancia del zaguán, donde la escritora recibe numerosas felicitaciones por su premio, pemanece el piano en el que Federico García Lorca recreaba romances y canciones andaluzas durante su estancia en La Habana.

Dulce María Loynaz tararea aquel recuerdo entonando la cancioncilla que el poeta granadino interpretó en el piano: "'Ya se murió el burro que acarreaba la vinagre, ya se lo llevó Dios...' Era un amigo adorable".

Rememora también la estancia de Juan Ramón Jiménez en la isla y de su esposa Zenobia Camprubí. "Sólamente ella podía soportar a Juan Ramón y lo hizo admirablemente".BUENA MEMORIA

La poetisa se resiste a hablar de sus relaciones con las autoridades cubanas. Desde que estalló la revolución permanece al margen de todo, encerrada en su casa de El Vedado, cuya historia pretende escribir.

"Lo tengo todo anotado. El Vedado y yo nacimos juntos. Tengo que describir sus primeras casas, sus primeros habitantes, y aunque no pueda recuperar la vista, tengo buena memoria, aunque no sé manejar las máquinas modernas ni sé dictar, pero pretendo hacerlo", afirma decidida.

Dulce María Loynaz expresa su deseo de volver a España para recoger el Premio Cervantes. Preguntada sobre la utilidad de la poesía en un mundo tan competitivo y tecnificado, responde taxativamente que "no sirve para nada". "La poesía ya no sirve para nada. En todo caso la poesía muere y resucita o, mejor dicho, muere mentirosamente".

En el lugar más destacado de la casa ha hecho colocar la cesta de flores que le ha enviado el embajador de España tras la concesión del Premio Cervantes. Ayer, viernes, ecibió la visita inesperada del ministro de Cultura cubano, que reaccionó con cortesía a la concesión del galardón.

En las librerías de La Habana apenas queda algún ejemplar suelto de sus últimos libros, como "Poemas náufragos", reeditado en 1991.

La escritora ha editado en sistema braille otra de sus obras, "Bestiario", pero sobre todo ella destaca sus preferencias por una novela biográfica, "Jardín". "Pero no es este el jardín que ustedes han visto el jardín de mi novela. Aquel es un jardín arrsado por el tiempo, era mi jardín de soltera", aclara.

Su actual jardín permanece como su casa, arrasado por el tiempo. Crecen las malezas, porque Dulce María Loynaz sobrevive con dificultades y ha tenido que ir vendiendo los objetos de su familia, como unos jarrones que decoran uno de los hoteles más importantes de La Habana. "Yo quisiera volver a España, pero temo que no pueda", dijo como despedida la escritora cubana.

(SERVIMEDIA)
07 Nov 1992