La campaña, que ha sido desarrollada por la agencia SCPF, fue explicada, en rueda de prensa, por su director creativo, Pabl Monzón, y el director de la FAD, Ignacio Calderón.

Monzón indicó que la campaña busca provocar la reflexión individual del joven, al que se presentan algunos problemas de aparición frecuente entre los consumidores de drogas.

Para ello, se han recogido problemas comunes e inmediatos como dificultad en el habla, torpeza de movimientos, situaciones de ridículo, insomnio, etcétera, de forma que el espectador pueda verse fácilmente reflejado en una situación próxima y cotidiana, que se separa voluntaiamente de problemas muchas veces vividos como lejanos (dependencia, marginación, secuelas físicas e incluso la muerte).

En este caso, la droga aparece personificada en un ser que en algunos "spots" impide, por ejemplo, que una chica consiga abrir la portezuela de su automóvil golpeándole la mano o que un hombre logre hacerle entender al camarero lo que quiere tomar, introduciéndole los dedos en la boca.

Por su parte, Ignacio Calderón dijo que la campaña persigue adaptar la comunicación a la realdad cambiante que recogen los últimos datos y los más recientes estudios.

En éstos, añadió, se pueden apreciar preocupantes niveles de consumo de alcohol y hachís y un repunte entre los jóvenes de sustancias como la cocaína y las pastillas, todo ello con unas pautas que hacen del mismo una actividad más normalizada, muy centrada en el fin de semana.

Según Calderón, en este contexto se hacen poco creíbles mensajes excesivamente alarmistas, dado que los propios jóvenes conocen a consumidores y convven con ellos, sin que presenten, al menos aparentemente, graves problemas.