Los farmacéuticos reconocen que existe poca evidencia científica sobre la toxicidad asociada al contacto permanente a dioxinas cloradas, a pesar de que este tema continúa siendo motivo de investigación epidemiológica pr parte de numerosas instituciones públicas y privadas, especialmente tras la contaminación de pollos procedentes de Belgica.

Al margen de las secuelas cancerígenos, el informe señala que entre los niños expuestos en el utero a estas sustancias, se ha observado retrasos en su desarrollo y alteraciones homonales tiorideas, ambos de carácter leve.

Sin embargo, en los menores que se contaminaron accidentalmente con una mayor concentración de dioxinas y sus análogos mucho más elevadas, se apreciaron fectos múltiples y persistentes.

En cuanto a los efectos detectados en adultos, la mayoría fueron transitorios, desapareciendo tras el final del contacto. Entre los que se registraron con más frencuencia fueron las alteraciones lipídicas y el aumento de la mortalidad cardiovascular.

En animales, las dioxinas se han mostrado capaces de producir efectos teratógenos (causante de malformaciones en los fetos), siendo especialmente comunes las alteraciones cutáneas y capitares, renales, hendiduras palaales, abortos espontáneos, e incluso la muerte. También causaron cáncer en ratas y ratones, auqnue tras someterles a niveles muy elevados.

Las dioxinas son sustancias intensamente liposolubles y, por tanto, tienen un alto riesgo de acumulación. Son compuestos químicos estables, y se descomponen rápidamente en presencia de la luz solar, aunque pueden persistir durante décadas en las capas del suelo no expuestas al sol.

SOCIEDAD INDUSTRIAL

Estas sustancias se producen como elementos de desecho enla industria, a partir de procesos químicos (con utilización de cloro), de combustión, de producción de papel y de depuración de aguas. También se encuentran en reservorios naturales, porque su estabilidad química facilita la acumulación en suelos, sedimentos y materia orgánica.

El informe del consejo señala que más del 90% de la exposición ambiental a dioxinas proviene de los alimentos, muy especialmente de origen animal, por el deposito de las emisiones procedentes de incineración de desechos o prodcción de sustancias químicas en granjas o en los cursos de agua.