Los detenidos se dedicaban a introducir jóvenes colombianas como turistas en nuestro país y posteriormente las obligaban a prostituirse en un hostal de Avila, según se deduce de una investigación realizada por la comisaría de Barajas y la Brigada de Extranjería y Documentación de Madrid, con la colaboración de su homónima abulense.

También figuran como implicados en la red, Agustín Carlos M.V, de 44 años, Miguel Angel R.A, de 25 años, y Ramón H.M, de 49. Los cinco se encuentrn a disposición judicial.

En sus investigaciones, la policía descubrió a once mujeres colombianas, con edades comprendidas entre 19 y 22 años, que estaban prostituyéndose bajo coacción en el club "Los Charros", situado en la carretera Valladolid-Arévalo, que funcionaba bajo la tapadera de un hostal.

La primera pista sobre la organización delictiva partió del aeropuerto de Barajas. A los funcionarios de esta comisaría les había llamado la atención la llegada a ese puesto fronterizo de jóvenes colobianas con billete de turistas para tres meses y con una copiosa bolsa de viaje, 4.000 dólares cada una. Al preguntarles sobre su destino explicaron que iban a alojarse en un hostal de Avila.

El hostal en cuestión estaba dado de alta como establecimiento hotelero, pero en realidad encubría un club de alterne. Allí, las jóvenes colombianas alternaban con los clientes y efectuaban "sus servicios" en las mismas habitaciones.

El pasado fin de semana, la policía intervino el establecimiento y comprobóque los pasaportes y billetes de avión de las mujeres colombianas estaban retenidos por la organización en la caja fuerte del hostal.

Además, los funcionarios decomisaron tres millones de pesetas en dólares, libros, libretas, anotaciones, películas pornográficas, documentos y otros efectos que demostraban, sin ninguna duda, el ejercicio de la prostitución que allí se practicaba.

De las investigaciones, se deduce que la red venía operando desde hacía 6 meses. Las mujeres eran captadas en distintoslugares de Colombia, entre los estratos más humildes. Les prometían un trabajo muy bien remunerado en España, y recibían billete de ida y vuelta como turistas por un plazo de tres meses y una bolsa de viaje de 4.000 dólares.

Cuando llegaban a España, las jóvenes se encontraban con la triste realidad que les aguardaba, pero ninguna de ellas se atrevía a huir o presentar denuncia. Sus explotadores no les permitían abandonar el establecimiento y tenían que atender de tres a seis clientes diarios, de 5 dela tarde a 3 de la madrugada.

Jose S. y Jesús B., máximos responsables de la red, tienen antecedentes por violación, tráfico de drogas y lesiones.