Según informó la Direción General de Policía, los mencionados documentos, que sumados tendrían un valor de casi 8.000 millones de pesetas, eran fotocopias en color con fotomontajes previos, efectuadas teniendo como base un certificado que fue robado, junto a otros efectos, a una persona en Italia.

Una vez falsificados los efectos bancarios, los presuntos delincuentes procedieron a su puesta en el mercado, entregándolos en una agencia de valores para que allí la compulsaran.

Sin embargo, los acusados no lograron obtenr el correspondiente certificado, ya que, mediante gestiones con la Banca di Roma, se pudo constatar que los documentos eran falsos, por lo que la policía procedió a la detención de los dos sospechosos.

Los certificados de depósito iban avalados por una carta también falsificada del Banco di Roma, en la que hacía constar que los certificados estaban depositados en esa entidad emisora.

La policía española ha comunicado el caso a la sede central de la Interpol, adjuntando muestras de los certificads, ya que se supone que forman parte de una serie que iba a ser distribuída en diversos países.