Funcionarios especializados de la Brigada de Policía Judicial han intervenido al detenido las dos máquinas de escribir con las que supuestamente redactó los escritos. Enrique G. reconoió el delito, que cometió movido por su deseo de vengarse de un fracaso empresarial de hace 22 años y que atribuye a la víctima de la extorsión.

El alto cargo de la empresa pública recibió en marzo y abril tres cartas, una de ellas totalmente anónima y otras firmadas por ETA. En ellas se decía que en caso de no entregar cinco millones de pesetas, tomarían represalias contra él, su esposa y sus hijos.

A finales de mayo, familiares del ejecutivo, que residen en Italia, recibieron otra carta, pero éta en términos injuriosos. Ya en mayo de 1992 el mismo ejecutivo había sido víctima de otra extorsión, que no llegó a consumarse porque nadie se presentó a recoger los cinco millones de pesetas exigidos.

Según la Jefatura Superior de Policía, la terminología empleada en los escritos firmados por ETA era copia de la que utiliza la banda terrorista, al igual que el sello. Una máquina había sido utilizada para escribir las cartas anónimas y otra para las firmadas por ETA.

La policía descartó la intevención de la organización terrorista y centró las investigaciones en personas que pudieran mantener o haber mantenido alguna relación con la víctima, entre las que figuraba Enrique G.R., que fue socio del extorsionado veintidós años antes en una empresa que fracasó, de lo que el extorsionador culpaba al ejecutivo.

El caso pudo resolverse cuando los funcionarios consiguieron unos escritos mecanografiados por Enrique G. Cotejados con los anónimos por el Gabinete de Policía Científica, quedó demostrada a utilización de las mismas máquinas en unos y otros.

A principios de esta semana fue detenido Enrique G., que copió textualmente una carta de ETA reproducida en un diario de Madrid. El sello de ETA lo recortó y lo fotocopió.