Rafael C.N., de 31 años, aprovechando su condición de conserje y con las llaves que los vecinos le confiaban para casos de urgencia, accedía a las viviendas y robaba objetos de valor que más tarde vendía en una joyería ubicada no muy lejos del inmueble, lo que facilitó la labor policial.

Las investigaciones se iniciaron a raíz de la denuncia de una de las víctimas, que acudió a la policía para manifestar que le faltaban valiosas piezas de joyería de su domicilio, pese a que, aparentemente, ningún acceso del mismo había sido violentado.

Los agentes iniciaron sus investigaciones comenzando por el personal de servicio en la casa, pero fueron infructuosas, y, para su sorpresa, cuando visitaron las joyerías y casas de empeño próximas a la finca comprobaron que en una de las joyerías el sospechoso había vendido a su nombre una de las joyas cuya desaparición denunció la mujer. Esta no era la única pieza, ya que había entregado otras muchas que eran propiedad de otros vecinos de la misma comunidad.

En el registro del domicilio de Rafael C. la policía encontró otros muchos efectos sustraídos de siete viviendas de la finca. Se calcula que el valor de todo ello asciende a más de 500.000 euros y que los robos fueron cometidos durante el último año, desde que empezó a prestar sus servicios como conserje en el edificio.