El método para hacer pasar las obras y objetos por auténticos consistía en lograr obras de autores anónimos que imitaban el estilo de autores consagrados. Posteriormente,pagando ciertas cantidades de dinero, obtenían la autentificación por "expertos", que certificaban que las obras pertenecían a esos autores consagrados.

A pesar de que los compradores que acuden a este tipo de subastas clandestinas suelen ser profanos en la materia, los supuestos estafadores se esforzaban en convercerlos presentando actas notariales que certificaban que la firma del "experto" era auténtica, pero en ningún caso se señalaba que lo fuera la obra.

La operación se inició al tener conoimiento la policía de que se había organizado una subasta en un restaurante de la calle Cervantes, en Madrid, donde se exponía un total de 111 lotes de obras pictóricas, y otros objetos de decoración, como relojes.

Las sospechas policiales se confirmaron tras advertir que el organizador de dicha subasta no disponía de la documentación reglamentaria necesaria para realizar este tipo de subastas, cuya organización debe aprobar la Delegación del Gobierno de la provincia respectiva.

Asimismo, se compobó que el "experto" que autentificaba con su firma la autoría de las obras estaba fichado por la policía a raiz de otros casos similares de irregularidades en la certificación de obras de arte.

Las pinturas y objetos expuestos tenían un precio mínimo de salida de 225.000 pesetas, y llegaban a alcanzar los 2,5 millones de pesetas. El organizador de la falsa subasta, José D.V., declaró que las obras las había adquirido en El Rastro madrileño a personas que no pudo identificar.

Todas las pinturas yobjetos que iban a ser subastados ilícitamente están siendo objeto de estudio por parte del equipo de autentificación del Museo del Prado, Museo Sorolla, y Centro de Arte "Reina Sofía".