Según informó la Jefatura Superior de Policía de Madrid, los detenidos -cuatro españoles, dos marroquíes, un argentino y un colombiano- eran los dueños del club donde las mujeres eran explotadas sexualmente, el recepcionista, los camareros y los vigilantes de las jóvenes.

La red de trata de blancas traía a las mujeres, de entre 18 y 25 años, desde Colombia, ofreciéndoles un trabajo fácil y muy bien remunerado en España durante un periodo de tres meses. Las chicas eran enviaas a España como turistas y se les alojaba en hoteles de Madrid.

Luego las enviaban en autocar al local "Migjorn", en la citada localidad tarraconense, a través de Castellón y Vinaroz. Cuando llegaban al club, ya no volvían a salir en los tres meses que duraba su estancia en nuestro país.

Los propietarios del club retiraban a las jóvenes sus pasaportes, dinero y billetes de avión como primera medida. También les prohibían el uso del teléfono y los contactos con personas ajenas al club o sus clienes. En esta situación de auténtico rapto, las jóvenes eran obligadas a ejercer la prostitución con un mínimo de entre 3 y 6 servicios diarios, que eran anotados minuciosamente en una libreta del club y por los que los dueños percibían una media de 8.000 pesetas.

Cumplidos los tres meses, las mujeres eran devueltas a su país de origen como si hubiera terminado su gira turística. En el momento de la intervención policial, en el "Migjorn" estaban recluidas 20 jóvenes colombianas y una brasileña, que trabjaban en horario de 15 horas a 5 de la madrugada.

En el registro policial del club, bajo mandato judicial, los agentes intervinieron 11,5 millones de pesetas en moneda española y divisas, cuentas bancarias con un saldo de 4 millones, una escopeta de caza, cientos de preservativos y numerosa documentación, como la mencionada 'ficha laboral' de cada mujer, en la que figuraba el número de servicios, con su hora de inicio y finalización y otras circunstancias.