Las mujeres contactaban con una agencia que les garantizaba el viaje a España y un puesto de trabajo, documentación y la primera semana de alojamiento en nuestro país. Las víctimas firmaban un contrato donde se especificaban los pagos hechos efectivos por la interesada y la cantidad adeudada por la misma.

Una vez en España, contactaban con una mujer que las recogía y las llevaba a una pensión en el centro de Madrid, donde les quitaban el dinero que llevaban y seveían obligadas a abandonar la pensión.

Un hombre las recogía "casualmente" y las trasladaba a un piso de la localidad de Parla (Madrid). Este hombre ofrecía a las mujeres la posibilidad de trabajar en un club de alterne para mejorar su precaría situación económica. En un principio sólo deberían alternar tomando copas con los clientes, pero finalmente terminaban ejerciendo la prostitución.

Los miembros de las organizaciones dedicadas al tráfico de personas imponen a sus víctimas, en concepto de gstos originados para su traslado a España, una deuda que suele oscilar entre los 600 y los 1.200 dólares americanos. Mientras las mujeres no saldan esta deuda, no les permiten abandonar los clubes.