La Policía tuvo conocimiento de que tres mujeres de origen ruso habían sufrido la violencia de varios desconocidos que entraron en su casa, las maniataron y las sometieron a todo tipo de vejaciones y amenazas de muerte. Todo para sustraerles dinero, joyas, documentos y otros efectos de valor.

Estos delinuentes les advirtieron de que en lo sucesivo y de forma periódica debían entregarles una cierta cantidad de dinero. En caso contario, volverían a torturarlas.

Los agentes descubrieron que los delincuentes habían llegado a fotografiar a las chicas para tenerlas más amedrentadas. La presión psicológica y las humillaciones habían sido de tal envergadura que una de ellas se encuentra todavía ingresada en un centro de salud.

La Policía centró su investigación en torno a unos ciudadanos ucranianos, algnos de ellos vigilantes de seguridad de discoteca. Tras seguirles, entraron en su domicilio y allí se incautaron de numerosos objetos de valor.