La historia se remonta al pasado mes de enero en la localidad pacense de Fuente de Cantos, cuando Clara León acudió a la consulta de su médico de cabecera, Julia López Santamaría, aquejada de fuertes dolores gastrointestinales.

La médico recetó "Losec", medicamento indicado para afecciones graves del estómago. Días más tarde, se agravaron las dolencias de la enferma y, sin atender a la petición de esta última que solicitaba er al especialista, López Santamaría recetó un diurético.

En abril, Clara León sufrió un agravamiento de su enfermedad. Según su familia, ya entonces apenas ni comía ni bebía, y sufría graves dolores en la espalda, bajo vientre y estómago.

La doctora le diagnosticó entonces una lumbalgia, recetando a la enferma un tratamiento a base de "Voltarem Retard", "Adalgur" y "Nolotil". El dos de mayo, ante el visible agravamiento de la paciente, la familia pidió de nuevo que un especialista vea a la enfera. La doctora se limintó a cambiar los comprimidos de "Voltarem" por inyectables y se reiteró en su diagnóstico inicial.

El 23 de mayo, la hermana de Clara, que ejerce como ATS en un hospital sevillano, consigue que sea trasladada al Hospital Virgen del Rocío, donde se le detecta un hemorragia producida por "anticorticoides no esteroides como el Voltarem". Días más tarde, se le descubre un cancer, que ya no era operable.