El demandante adquirió la estufa y comprobó que no reunía las características que venían anunciadas en los folletos publicitarios. También constató que su funcionamiento producía malos olores y alergias a los moradores de la casa.

Por este motivo, el ciudadano acudió a la Junta Arbitral de Consumo para solicitar que le devolvieran el dinero pagado.

Por su parte, a empresa no aceptó reintegrar el importe hasta conocer los resultados de un informe técnico que acreditara el mal funcionamiento del aparato.

La labor de la junta arbitral consistió en determinar si el conjunto de condicionamientos y limitaciones en el uso del electrodoméstico podían hacerlo desaconsejable en ambientes hogareños.

De acuerdo con la documentación técnica incorporada al expediente, el tribunal observó que el funcionamiento de la estufa resultaba desaconsejable en la vivienda por vaios factores: acumulación posible de monóxido de carbono en locales de reducido volumen, riesgo de polución del aire, altas temperaturas de la estufa durante su funcionamiento y riesgo de graves quemaduras.

Asimismo, entendió que la manipulación de la mecha por personas no expertas podía producir combustiones incompletas, acumulación de monóxido de carbono y emanación de olores, por lo que acordó que la empresa procediera a la devolución del dinero.