Las cinco chicas que intervinieron como testigos, cuyas edades oscilan entre los 13 y 16 años, mantuvieron en su declaración que el cura les mostró los genitales y revistas pornográficas, aunque incurrieron en algunas contradicciones al ser preguntadas sobre aspectos puntuales de los hechos supuestamente ocurridos en la casa parroquial.

El sacerdote declaró que las niñas, casi siempre en grupos de 3 ó 4, iban a visitarle para pedirle dinero y que a medida que fueron tomando confianza le peían cada vez más, con la excusa de que sus padres estaban en el paro y no les podían dar nada. "No les daba ese dinero para atraerlas, sino porque quería ayudarlas", explicó.

El acusado, de 64 años, aseguró que nunca les hizo algún comentario sexual y que jamás les mostró los genitales, aunque precisó que una vez le pideron que se bajara los pantalones, "a lo que yo me opuse, porque les respondí que eso era una cochinada, como lo era ver revistas pornográficas".

Respecto la hallazgo de una revist de este tipo en el trastero de la casa parroquial, Marín afirmó que se la había encontrado y que supuso que la habían llevado las niñas, por lo que decidió guardarla en una maleta para devolvérsela.

El abogado defensor del cura solicitó la absolución de su patrocinado al considerar que los hechos no son constitutivos de delito. Argumentó que puede tratarse de una venganza contra al cura, ya que hasta que éste denunció un robo en la parroquia no existía la menor queja contra él.