Según informó Cruz Roja, la iniciativa ha comenzado en Arure (Santa Cruz de Tenerife), donde sus habitantes han realizado tres reuniones con el objetivo de “empoderar y crear vínculos entre los habitantes para que no sólo sean sujetos receptores, sino que sean protagonistas de sus vidas y las de su municipio”.

A través de un modelo de voluntariado no tradicional, la organización dinamiza el desarrollo comunitario en entornos rurales, con el foco puesto en municipios y zonas poco pobladas, a través de sesiones grupales en las que participan personas del municipio para abordar sus necesidades y la manera de afrontarlas.

Cruz Roja expuso que esta actividad “da como resultado una comunidad más resiliente y más fuerte”, lo que “repercute positivamente en la salud física y mental de las personas que la componen, aumentando, además, su autopercepción de calidad de vida”.

La organización está preparando una jornada de convivencia en Arure que se verificará en septiembre, a la que asistirán los participantes del proyecto de la Palma.

El proyecto piloto, subvencionado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, se está probando en municipios con menos de mil habitantes con población concentrada (Paniza y Aguarón, en Zaragoza); de entre 2.000 y 3.000 habitantes con población concentrada (Ossa de Montiel y El Bonillo, en Albacete); con menos de 1.500 habitantes con población muy dispersa (Samos y Triacastela, en Lugo); y Arure y Puntalla, en el archipiélago canario, con población muy dispersa y con el elemento diferenciador de la insularidad.