No obstante, algunos productos han registrado variaciones, como es el caso de los zumos de frutas, cuyo consumo ha aumentado en un 11 por ciento; los derivados láctos, que aumentaron un 6 por ciento, las hortalizas frescas, con un 4 por ciento; y el agua mineral, con un incremento del 7 por ciento.

Asimismo, se han producido descensos en el consumo de vino, que egistró una bajada del 8 por ciento en el caso de los vinos de origen y un 6 por ciento en los de mesa, ya que su consumo se ha desplazado hacia fuera del hogar, donde alcanza el 50 por ciento. También disminuyó el consumo de aceite de girasol (20 por ciento) y el de patatas (6 por ciento).

Los productos cuyo consumo ha permanecido más estable fueron los huevos, las frutas frecas, la carne, la leche, el pan, el aceite de oliva, el pescado, las frutas y hortalizas transformadas, los chocolates y el caco, la bollería, pastelería y galletas, las bebidas gaseosas y las cervezas.

El citado departamento apunta que estos datos confirman la tendencia a la estabilidad del consumo, que pone fin a un período de descensos continuados, y añade que la industria agroalimentaria en 1997 alccanzó un 9,5 por ciento, situándose por encima del Producto Interior Bruto (PIB).