La sala ha impuesto al inculpado 24 años de prisión por los dos delitos de violación de los que estaba acusado y otros 12 años más de cárel por dos delitos continuados de estupro.

Asímismo, el tribunal le ha condenado al pago de 5 millones de pesetas para cada una de sus hijas en concepto de indemnización y le ha impuesto inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, además de 6 años de inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad.

La sentencia considera probado que el procesado, sobre finales del mes de mayo o principios de junio de 1992, mantuvo relaciones sexuales con su hija, entonces menor de 12 ños, siendo objeto ésta de malos tratos de palabra y obra con posterioridad a la violación.

Según el fallo, la niña no era consentidora de esa relación pero ocultó los hechos por miedo a su padre y para que no fuesen conocidos por la madre.

Durante el invierno de ese año, el procesado mantuvo una nueva relación con su hija, utilizando la violencia física para vencer su resistencia y llegando a amenazarla con la escopeta de caza que portaba.

Además, la sentencia recoge que el procesado, "valindose de su situación de superioridad", violó durante unos dos años en innumerables ocasiones a otra de sus hijas, menor de edad, y agrega que esto ocurrió en la propia cama de la niña, ya que el inculpado dormía allí poniendo como excusa que su esposa necesitaba un tablero por problemas de salud.