Según fuentes de la investigación,la niña habría muerto de todas formas desangrada a pocas horas de su nacimiento, puesto que nadie le anudó el cordón umbilical.

Aunque el juez reconoce que no existe una prueba directa de la participación de la joven universitaria en los hechos, ya que no existe confesión de que fuera ella misma la que ahogó a su pequeña, consideró que hay suficientes indicios que dictan su responsabilidad.

En el proceso judicial la joven alegó que siempre desconoció que estaba embarazada, "ya que siempre tuve dearreglos menstruales", según dijo. Sin embargo, el juez desestimó esta posibilidad porque, a su entender, al no tratarse de una persona inculta y que mantiene relaciones sexuales, una irregularidad tan prolongada en el período tuvo que alertarla necesariamente.

La versión que la joven dio ante el juez fue que la la noche del parto fue la del 13 de noviembre de 1988, cuando, "tras sentirme indispuesta, fuí al servicio y noté que algo salía de dentro de mí, después me mareé y quedé semiinconsciente". Laniña nació viva y con un peso aproximado de unos 3 kilos.