El año pasado fue, no obstante, un periodo relativamente favorable para la competitividad de las exportaciones españolas, ya que en los últimos ejercicios abía caído un 5 por ciento (1988), un 6,3 por cien (1989) y un 5,2 por cien (1990).

La evolución menos negativa de la competitividad en 1991 se debió a la buena marcha de la inflación, que creció más moderadamente que la de los dieciséis paises de la OCDE que componen el índice elaborado por la Secretaría de Estado de Comercio.

Por el contrario, la peseta se apreció respecto a las monedas comunitarias, con la única excepción de la libra, y frente al resto de las divisas de la OCDE, salvo el dólarestadounidense, el yen japonés y el dólar canadiense.

No obstante, incluso la mejora de los precios relativos, que fue muy notable en el primer semestre de 1991, se vio interrumpida en julio, lo que impidió mantener la mejora del índice de competitividad, que en el primer semestre del año era del 2 por cien.

Según este índice, la competitividad de las exportaciones ha caído ininterrumpidamente desde 1984, y se encuentra, en vísperas del mercado único, por debajo de la existente a principios de lo ochenta.

El índice de tendencia de la competitividad que elabora la Secretaría de Estado de Comercio tiene en cuenta únicamente los precios relativos y la evolución del tipo de cambio de la peseta, pero no otros factores de competitividad.

No obstante, la posición española en esos otros factores, como la internacionalización de las empresas y la presencia de marcas reconocidas en los mercados mundiales, tampoco es buena, como pone de manifiesto los planes puestos en marcha por la Administración ara potenciar esos aspectos.