Este nuevo plan de ayuda a las regiones contará con 400 millones de euros (66.554 millones de pesetas), procedentes de los Fondos Estructurales, y se fundamenta en las conclusiones del Consejo Eropeo de Lisboa, que señaló como básico el avance en la estructura tecnológica de las regiones más pobres para que puedan aprovechar las posibilidades de la nueva economía y progresar a la par del resto de la UE.

Al mismo tiempo, las administraciones regionales deben encontrar fórmulas que permitan compatibilizar el avance tecnológico con el mantenimiento de su identidad cultural, apoyándose siempre en un desarrollo sostenible.

De esta forma, la Comisión entiende que la innovación tecnológica debrá hacerse según un sistema "de abajo a arriba", en el que colaboren el sector público, los organismos responsables de la investigación y el sector privado.

La inversión en el desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación es también una prioridad de los nuevos planes. Por un lado, las regiones deben hacer un esfuerzo para no quedar rezagadas en este potente sector de la economía mundial, pero además las nuevas tecnologías permitirán la articulación de redes de comunicación a través de las cualeslas regiones pueden permanecer en contacto entre sí e intercambiar experiencias sobre sus avances e innovaciones.

El último punto fuerte del plan es el que pretende crear la conciencia en las regiones desfavorecidas de la necesidad de mantener su identidad cultural y de basar su desarrollo en los recursos propios para generar una economía sostenible y respetuosa con el marco en el que se encuentra.

En España son Objetivo 1 Andalucía, Galicia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Asturias, Cantabra, Extremadura, Murcia, Ceuta, Melilla y Canarias, mientras que Navarra, Euskadi, La Rioja, Aragón, Madrid, Cataluña e Islas Baleares son consideradas Objetivo 2.