En el turno de última palabra, cuatro de los 24 acusados se dirigieron al tribunal para denunciar que el proceso fue orquestado políticamente desde el principio y que desde que comenzó el 21 de abril ellos ya estaban "condenados". Otros acusados, entre ellos Juan María Olano, no hicieron uso de la palabra.

Julen Larrínaga, para quien la Fiscalía solicita 10 años de prisión por pertenencia a banda terrorista, explicó en castellano por qué el primer día del juicio expresaron su renuncia a la "defensa técnica" y apuntó que "si alguien quiere callarnos" la solución pasa porque "no haya ningún preso político más".

Larrínaga manifestó su "convicción" de que la condena estaba decidida en instancias políticas con el fin de "criminalizar" el movimiento proamnistía en el País Vasco. Añadió que la Fiscalía les ha rebajado a la "condición de esclavos" de una organización terrorista, pero "nadie les ordenaba nada".

Seguidamente, la responsable en Álava de Gestoras Pro Amnistía y miembro de la Mesa Nacional de Batasuna María Teresa Díaz de Heredia también usó el turno de última palabra y, en castellano, dijo que desde el principio estaban "condenados" porque se busca "castigar la disidencia política" en el País Vasco.

Díaz de Heredia indicó que "desgraciadamente" no serán los últimos en ser juzgados, lo que condudirá a "enquistar y traer más sufrimiento" al País Vasco, pero advirtió de que seguirán "peleando" desde donde estén.

Por su parte, Juan Antonio Madariaga, responsable de la Red Empresarial, aclaró que su formación parte de la "obligación" de "dar respuesta a la represión, en una apuesta por la vida" porque los servicios públicos no impedían la tortura que sufrían algunas personas.

Por último, Sabin Juaristi, uno de los responsables de Askatasuna, denunció en euskera que "la sentencia ya estaba escrita" y que en los últimos 30 años se han vulnerado los derechos humanos en el País Vasco.

Juaristi aseguró que "no se va a terminar con el movimiento pro-amnistía hasta que no se termine con la represión". A su juicio, llegará el día en el que se acabarán estos juicios ante los que "no sea arrugan", pese a ser conscientes de que acabarán en la cárcel.

Al terminar la vista, todos los acusados posaron en la escalera de entrada al pabellón de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo para hacerse una foto de recuerdo.