El subdirector médico de la prisión ordenó la cuarentena el pasado 11 de julio y quedó suspendida en los primeros días del ms de agosto. En ese tiempo se detectaron entre los internos tres casos de varicela. Los afectados fueron trasladados a un hospital fuera de la cárcel y se dictaron normas preventivas para los funcionarios destinados en ese centro penitenciario.

La dirección de Carabanchel ordenó a todos funcionarios que estuvieran de servicio en la enfermería que trabajaran en todo momento con caretas para evitar los altos niveles de contagio de la enfermedad y recomendó al resto de los trabajadores de la prisión que estringieran susvisitas a la enfermería.

Según el sindicato CESIF, la dirección de la prisión no adoptó ninguna otra medida para proteger al resto de los funcionarios que "al salir y entrar en la prisión podrían haber difundido la enfermedad fuera contagiando a sus familias o amigos".

Prisiones quitó importancia al hecho y destacó que la enfermedad estuvo constantemente controlada y que ningún funcionario ni recluso, a parte de los tres primeros afectados, se contagió.

También como medida reventiva la dirección del centro destinó a la enfermería a aquellos funcionarios que ya habían pasado la enfermedad y que, por tanto, estaban ya inmunizados.