Según un informe presentado hoy por el organismo europeo, los trabajadores de los países denominados UE-8 (República Checa, Estonia, Hungría, Lituania, Letonia, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia), así como de Bulgaria y Rumanía, "han hecho una contribución significativa al crecimiento económico sostenido, sin desplazar significativamente a los trabajadores locales ni provocar una reducción de sus salarios".

En este sentido, la Comisión afirma que la mano de obra que ha llegado, tanto a la UE en su conjunto como en la mayor parte de los antiguos miembros de la Unión, "han sido limitados en comparación con el tamaño de los mercados de trabajo y con los flujos procedentes de países exteriores".

Por el contrario, estos trabajadores han tenido "una contribución significativa al crecimiento económico sostenido en los últimos años" de las economías locales, ya que han cubierto "puestos de trabajo vacantes, sin por ello ejercer una gran presión en los sistemas de bienestar social".

No obstante, el organismo comunitario admite que en los países en los que los flujos de entrada de trabajadores de estos Estados ha sido mayor, se han registrado algunos "problemas temporales de ajuste en áreas específicas", aunque no se ha registrado un "desplazamiento o una reducción significativa de salarios".

Además, el informe de la Comisión subraya, con la excepción de Irlanda, los flujos migratorios que han recibido los antiguos miembros de la Unión después de la ampliación han sido "significativamente inferiores a la inmigración procedente de países exteriores a la UE".