Miguel Sanz afirmó que, con la colocación de los artefactos, que hicieron explosión en el intervalo de veinticinco minutos, ETA "ha querido matar" y precisó que "quien no quiere matar no se arriesga a poner bombas porque, a pesar de que era una hora más o menos temprana, es una hora en la que también pasan personas por las calles".

Los tres primeros artefactos hicieron explosión minutos antes de las siete de la mañana junto a las sucursales de los bancos Central Hispano, Bilbao Vizaya y Banesto, después de que un comunicante advirtiera a la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de su colocación. Según indicó un portavoz de la Delegación del Gobierno en Navarra, estaban compuestos por un kilo de explosivos y causaron importantes daños materiales.

La cuarta bomba, de cuya colocación fue advertida la Policía Municipal, estalló a las siete y veinte minutos junto al Banco Atlántico, situado en el Paseo de Sarasate, cuando los artificieros de la Policía Nacional procedían a desactivr un artefacto más potente que los anteriores. Al activarse, la bomba destrozó el robot que utilizaban los agentes para desactivar el explosivo.

La onda expansiva de uno de los artefactos produjo heridas leves a un trabajador que se encontraba pegando carteles en las paredes para anunciar la huelga general de mañana.