Minutos antes de las 10 de la mañana, uno de los numerosos periodistas que se encontraban en la puerta de los juzgados -hoy continúan las citaciones de la jueza Ana Ferrer a los procesados por el "caso Roldán"- creyó que un paquete con envoltorio marrón que se encontraba en el suelo, junto a la moto del abogado arcos García-Montes, podía ser un artefacto explosivo.

El informador dio la voz de alarma e inmediatamente la Guardia Civil, encargada de la custodia del edificio, acordonó un área de unos 100 metros cuadrados, que incluía uno de los carriles de la vía de servicio del Paseo de la Castellana, hasta que llegaron los artificieros.

Los especialistas colocaron a unos metros del presunto artefacto su furgoneta. Hacia las 10,40 horas uno de ellos pasó un detector por encima del paquete y al cabo de unossegundos lo cogió con la mano, al comprobar que se trataba de un sencillo bocadillo que alguien había perdido por el camino.