DÍA CONSTITUCIÓN

AUSTERIDAD EN EL ACTO OFICIAL Y DIVISIÓN EN LA CALLE DURANTE LA RECEPCIÓN EN EL CONGRESO

MADRID
SERVIMEDIA

La recepción del Día de la Constitución en el Congreso de los Diputados fue austera y marcada por la tristeza causada por la muerte de los dos guardias civiles asesinados por ETA, mientras que en las calles adyacentes la nota dominante fue la división entre los partidarios del Gobierno y los del principal partido de la oposición.

Esa división se hizo patente con la sucesión de aplausos y abucheos con que eran acogidos los asistentes al acto antes de entrar en la Cámara Baja, por parte de los cerca de medio millar de ciudadanos concentrados frente al Palacio del Congreso, en la Carrera de San Jerónimo.

A pesar de la manifiesta discrepancia de opinión entre los concentrados no se produjo ningún enfentamiento entre ellos. Todos estuvieron mezclados, codo con codo, unos con banderas españolas (apenas media docena) y dos pancartas, en contra de la negociación con ETA y por la ilegalización de ANV, y otros sin banderas y aplaudiendo con fuerza cuando llegaban los ministros del Gobierno, los presidentes regionales del PSOE, entre otros José Montilla y José María Barreda, y otros miembros del Partido Socialista como el secretario de Organización, José Blanco.

Los concentrados esperaban el minuto de silencio convocado por el presidente del Congreso, Manuel Marín, en recuerdo de los guardias civiles asesinados por ETA en Francia, que estaba previsto tuviera lugar en la escalinata de los leones del Congreso.

Pero los convocantes decidieron evitar hechos como los ocurridos el pasado lunes cuando un grupo de exaltados abuchearon e insultaron a algunos miembros del PSOE, como el concejal socialista de Madrid Pedro Zerolo, y celebraron el acto en el interior de la Cámara.

Marín, que decidió que en el día de hoy no se sirviera la tradicional copa de la Constitución, en señal de duelo por los dos guardias civiles asesinados a manos de ETA, hizo que se rompieran, con su decisión, todos los esquemas habituales de esta celebración, en la que los políticos aprovechan para departir en "corrillos" con los informadores, y aportar informaciones más atrevidas que las que habitualmente se trasladan en las comparecencias oficiales o institucionales.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sí compareció, en el Salón de Ministros, de la Cámara Baja, cuyas ventanas que dan a la Carrera de San Jerónimo, a pesar de permanecer con las persianas cerradas, dejaban pasar los ecos de los apoyos y los abucheos que coreaban los congregados en la calle.

Al hilo de estos ecos, Zapatero se vió obligado a responder a la pregunta de los informadores sobre la división social abierta en su legislatura, pero restó hierro al asunto y dijo que "es una minoría" y que el "99,9 por ciento de la población", "la inmensa mayoría", expresa sus "ideas con respeto" y es "garantía de convivencia y respeto".

A la intervención del presidente del PP, Mariano Rajoy, ante los medios de comunicación, más breve, le siguió la del portavoz parlamentario de IU, Gaspar Llamazares, que marcó el final del acto. Mientras tanto, los salones aledaños al de las comparecencias de sendos líderes, que otros años están a rebosar, estaban casi vacíos, al término de las intervenciones.

Ninguno de los asistentes se permitió hoy alegrías, ni siquiera hubo declaraciones a la entrada al Congreso de los Diputados, en el patio exterior donde estaba colocado un micrófono (como otros años) para recoger las palabras de los asistentes a la cita de la celebración de la Carta Magna. El micrófono hoy tampoco se estrenó.

(SERVIMEDIA)
06 Dic 2007
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