Este deterioro de nuestra posición relativa en materia de inflación afecta a la competitividad de la economía española y supone una pérdida de competitividad respecto a la ganancia conseguida con las últimas devaluaciones de la peseta.

A pesar de que el Ministerio de Comercio afirma que se necesitarían 30 meses de mantenimiento de esta tendencia negativa para llegar a las cotas de febrero de 1992 (año de máximo deterioro del indicador), agreg que "se hace imprescindible continuar con los esfuerzos en materia de moderación salarial y contención de costes"

Sin embargo, las depreciación experimentada por la peseta respecto a las divisas de la OCDE compensó en enero el negativo efecto de la evolución de los precios, con lo que el Indice de Tendencia de la Competitividad mejoró en dicho mes un 0,3 por cien.

A juicio del departamento que dirige Javier Gómez Navarro, el resultado de este índice en febrero es incierto, puesto que se ha produido una apreciación de la peseta frente a la mayor parte de las divisas, pero se prevé un mejor comportamiento en materia de precios.