El tribunal considera probado que el "comando" que encabezaba el procesado decidió colocar un artefacto en las dependencias del citado cuartel y en los del Ejército del Aire y la Dirección General de la Guardia Civil, haciendo coincidir la hora de ambas explosiones.

Para ello, los etarras se sirvieron de tres vehículos robados en diferentes puntos de España por otros mimebros de la banda terrorista.

Parot se traslaó hasta Madrid en su propio coche, donde transportaba el material electrónico y explosivo necesario y las llaves de los otros automóviles, que estaban aparcados en el Canal de Isabel II.

La víspera de la acción, los dos etarras fueron a la Ciudad Universitaria donde prepararon los coches, con una carga de entre 15 y 20 kilos de amonal y fijaron la hora de la explosión para las 5,25 horas del día siguiente.

Más tarde, llevaron el automóvil, al que colocaron un matrícula falsa de Madrid, hasta el Pseo del Prado y lo dejaron aparcado a 20 metros escasos de la entrada del cuartel.

El coche-bomba hizo explosión a la hora señalada y, como consecuencia, resultó herido Alberto Casaluenga Simón, que estaba de guardia en la puerta y sufrió lesiones en los párpados y oido derecho, así como trastorno psíquico, por lo que estuvo incapacitado 185 días.

Asimismo, se produjeron importantes daños materiales valorados en más de 63 millones de pesetas, tanto en el edificio de la Armada como en los coches crcanos.

La sala estima que los hechos constituyen un delito de atentado, por el que le condenan a 27 años de reclusión mayor, utilización ilegítima de vehículo (dos meses de arresto mayor) y falsedad de placas de matrícula (seis meses y un día de prisión menor).