Según informó este martes la asociación en una nota de prensa, la compleja situación por la que atraviesa el sector del vino provoca un “alarmante desequilibrio entre producción y comercialización de vinos y una falta de rentabilidad que cada vez afecta a más explotaciones”.

Desde Asaja afirmaron que este año la producción fue de las más bajas de los últimos diez años, con un total de 34 millones de hectolitros frente a los 41 de la campaña pasada y apuntaron que esto no sirvió para reflotar unos precios de la uva que, en la mayoría de las zonas productoras, fueron similares a los pagados hace un año, y en el caso de algunas variedades tintas, incluso inferiores.

La asociación explicó que a estos factores hay que añadirles dos más: por un lado, un importante desequilibrio entre producción y comercialización de los vinos (principalmente tintos) que viene motivado por unas cifras muy bajas de consumo, que bajó este año un 6,5% respecto a 2022, y por otro, el desmesurado aumento de los costes de producción que no se ve compensado para los productores.

Para paliar esta situación, desde Asaja propusieron la flexibilización de las medidas actuales de la Intervención Sectorial Vitivinícola (ISV) en promoción, reestructuración y reconversión, inversiones y cosecha en verde, con el fin de que no se pierda presupuesto comunitario y se pueda destinar a paliar la situación.

Además, añadieron que es necesaria la adopción de medidas estructurales como el arranque localizado, el incremento de las prestaciones vínicas del 10 al 15% que permite Bruselas y disminuir el rendimiento de transformación de la uva para adaptar la oferta a la demanda.