Rouco, de 58 años, es, según las fuentes consultadas, "hijo espiritual" de Angel Suquía y pemitirá mantener la "línea conservadora" en la Archidiócesis de Madrid.

Monseñor Rouco nació en Villalba, Lugo, en 1936 y fue ordenado sacerdote en 1959. Fue consejero de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y rector de la Universidad Pontificia de Salamanca desde 1972, hasta que en 1976 se convierte en obispo auxiliar de Santiago de Compostela.

Finalmente en 1984, Rouco es nombrado arzobispo de Santiago, un año después de que su predecesor en el puesto, Angel Suquía, dejase Santiago ara iniciar su pontificado en Madrid.

Considerado como una persona con gran formación intelectual, Rouco formó parte del Círculo Ecuménico de Canonistas de Heidelberg y del Comité Interconfesional de Madrid, así como presidente de la Junta Episcopal para Asuntos Jurídicos.

En 1985, y ya como arzobispo, Antonio María Rouco esboza el día de la ofrenda al Apostol Santiago los que serían sus principales posicionamientos desde entonces. Siguiendo la línea oficial de la Iglesia, Rouco se pronuncia en cntra de la despenalización del aborto y de la eutanasia.

ABORTO, "LO MAS GRAVE DEL SIGLO"

"El respeto universal de los derechos del hombre", aseguró Rouco, "parece como un ideal cada vez más lejano. El ejemplo de como se ha comenzado a legislar sobre el derecho a la vida y sobre la institución familiar lo prueban con una evidencia alarmante".

Para Rouco "se ha llegado a decir, y con razón, que la aceptación social del aborto es sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo y que s va acercando a su final".

Una hipotética legislación que regulara el derecho a la eutanasia, tendría para este prelado un caracter "inhumano". El hecho de que en un país se cree una legislación que garantice a las personas el poder disponer de su vida o la de otros sólo, según Rouco, merece el calificativo de "tremendo".

El nuevo arzobispo de Madrid, también ha reiterado en varias ocasiones que el Estado rompe su neutralidad en cuestiones de moral, al promover el uso de preservativos entre los jvenes para prevenir los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual, somo el SIDA.

"El Estado", declaró Rouco en el último Sínodo de Obispos, "no puede hacer política cultural, ni política con incidencia moral de forma activa, tomando parte en favor de determinadas corrientes dudosamente morales y dificilmente justificables".