Medio ambiente

Las áreas protegidas del Caribe están más expuestas a ciclones y olas de calor

- Según un estudio con investigadores españoles

MADRID
SERVIMEDIA

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad de Évora (Portugal) subrayan que las áreas protegidas del Caribe y Centroamérica estarán más expuestas a las olas de calor o los ciclones que otras.

Así lo señalan en un estudio publicado este martes en la revista ‘Conservation Biology’ tras analizar cómo han afectado episodios climáticos extremos en el pasado y qué efectos tendrán en el futuro en esa zona del planeta.

A través de 32 parámetros, que miden el efecto de ciclones, olas de calor, lluvias torrenciales o sequías, compararon como afectarán en la región estas perturbaciones tanto en zonas que cuentan con algún tipo de protección ambiental como las que no.

La conclusión principal es que las áreas protegidas se expondrán más a olas de calor o ciclones que otras zonas que no gozan de esa protección, por lo que los investigadores proponen adaptar las estrategias de conservación a los episodios climáticos extremos y tratar de interconectar los espacios protegidos.

Históricamente, la región caribeña y centroamericana sufre seguías, lluvias torrenciales o huracanes con regularidad. Sin embargo, estos episodios extremos se han duplicado o triplicado en lo que va de siglo y se prevé que seguirá aumentando por la alteración del clima que provoca la actividad humana.

“Hace medio siglo, ecosistemas característicos del Caribe y Centroamérica como los manglares o el bosque seco tropical no solo mitigaban el efecto de los huracanes o las olas de calor, sino que eran capaces de recuperarse, pero con el aumento de su frecuencia e intensidad, cada vez lo tienen más complicado”, explica Miguel Bastos Araújo, investigador del MNCN.

Araújo indica que cerca del 65% de la zona estudiada sufrirá en lo que queda de siglo al menos una sequía más intensa y prolongada en el tiempo que las sufridas hasta ahora. “A eso hay que sumar el efecto de otros eventos extremos, de ahí que la situación requiera la toma de medidas lo antes posible”, continua.

“MÁS INTENSOS Y FRECUENTES”

Entre los 32 parámetros estudiados para este trabajo se encuentra la intensidad, duración y frecuencia de las olas de calor terrestres, los huracanes, las lluvias torrenciales y las sequias.

“La tendencia de las últimas décadas nos muestra que la duración e intensidad estas perturbaciones climáticas va en aumento y la previsión para el futuro es que estos eventos serán más intensos y frecuentes”, comenta Araújo.

Con el aumento de la exposición a episodios extremos, los autores abogan por replantear las actuales estrategias de adaptación y mitigación climática para proteger la biodiversidad. “Pueden no ser eficaces, ya que una mayor recurrencia y duración de los fenómenos extremos puede no dar a las especies tiempo suficiente para recuperarse y adaptarse”, recalca Juan David González-Trujillo, de la Universidad de Évora.

El Caribe es una de las áreas más biodiversas del planeta donde los manglares, ecosistemas que albergan una biodiversidad única, convierten la zona en el lugar singular, además de proteger a las infraestructuras costeras y a la población humana del impacto de ciclones y huracanes.

Sin embargo, el aumento de la temperatura, la urbanización creciente de la costa, la cría intensiva de camarones o la contaminación por vertidos agrícolas y aguas residuales los están poniendo en riesgo.

“La situación es verdaderamente preocupante porque, además de la pérdida de biodiversidad, la desaparición de estas barreras pone en peligro a la población que vive en la zona y el mantenimiento de un recurso tan importante como la pesca a nivel mundial. Por eso es crucial que tomemos medias urgentes”, concluye Araújo.

(SERVIMEDIA)
16 Abr 2024
MGR/gja