Así se desprende de los datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (Nsidc, por sus siglas en inglés), que pertenece al Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales (Cires) de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos).

El Nsidc informó este lunes de que el nuevo mínimo anual rebaja en 136.000 kilómetros cuadrados el anterior récord, de 2022.

"La respuesta de la Antártida al cambio climático ha sido diferente de la del Ártico", indicó Ted Scambos, científico investigador principal del Cires, quien añadió: "La tendencia a la baja en el hielo marino puede ser una señal de que el calentamiento global finalmente está afectando el hielo flotante alrededor de la Antártida, pero necesitaremos varios años más para confiar en ello”.

Scambos subrayó que una menor extensión del hielo marino significa que las olas del océano golpearán más la costa de la capa de hielo de la Antártida, lo que reduce las plataformas de hielo que rodean este continente.

"El hielo marino ayuda a amortiguar grandes plataformas de hielo flotantes y los principales glaciares de salida como Pine Island y Thwaites, y si estos glaciares comienzan una pérdida más rápida de hielo terrestre, podría desencadenar un aumento dramático en las tasas de aumento del nivel del mar antes de finales de este siglo", explica Julienne Stroeve, investigadora principal del Nsidc y profesora en la Universidad de Manitoba (Canadá).

El pasado 21 de febrero se inició la temporada de fusión en el Ártico, con lo que la extensión helada en esa parte de planeta irá disminuyendo poco a poco. No obstante, los datos del Nsidc son preliminares y a primeros de marzo dará a conocer un análisis completo de las posibles causas de las condiciones del hielo de este año y otros aspectos interesantes de la temporada de derretimiento.