Una persona adopta un comportamiento andrógeno cuando incorpra rasgos masculinos y femeninos indistinta y simultáneamente; algo que no debe confundirse con el hecho de poseer características biológicas de ambos sexos (hermafroditismo) o de tener una orientación sexual mixta (bisexualidad).

"La androginia trata de describir un estado caracterizado por una mayor flexibilidad en las funciones sociales de género (masculino-femenino) que un ser humano manifiesta", afirmó Ochoa en una ponencia presentada en el seminario "Políticas de igualdad entre los sexos en Sueca y España", organizado por el Instituto de la Mujer, del Ministerio de Asuntos Sociales, y la Embajada sueca.

Aunque la investigación sobre la androginia está casi en sus comienzos, estudios recientes demuestran que las personas más andróginas, es decir, aquellas que incorporan tanto roles masculinos como femeninos a sus vidas, "son psicológicamente más flexibles, muestran una mayor autoestima y manifiestan una mayor competencia social", afirmó la profesora Ochoa.

La androginia supone comportars en cada momento de acuerdo con la circunstancia y los propios sentimientos, sin autolimitarse a expresar aquellos comportamientos que se consideran "propios de cada sexo". "Se trata de ser personas, más que hombres o mujeres", apuntó Elena Ochoa.

Experimentos recientes del ámbito de la psicología social indican que las personas son capaces de seleccionar una conducta más masculina o más femenina de su propio repertorio, dependiendo de las circunstancias.

"Si la vida es un teatro, como defendía Gffman, podemos ser actores de diferentes papeles", señala en su ponencia la doctora Ochoa. "Sería un desperdicio no intentarlo".