Este equipo, formado por cuatro personas, entró el pasado sábado en Gaza a través del paso de Rafah, por Egipto, y se trasladó después por carretera hacia el norte, a la ciudad de Gaza, según informó hoy Amnistía Internacional.

Donatella Rovera, investigadora de Amnistía Internacional, denunció en su "blog" que ella y sus compañeros vieron "en un callejón de la ciudad de Gaza a niños descalzos corriendo alrededor de trozos de fósforo aún incandescente".

Añadió que también encontraron "más trozos en el tejado de una vivienda familiar, y más trozos aún en una concurrida calle" y concluyó que "la amplia utilización de estas armas en barrios residenciales densamente poblados de Gaza ha sidoindiscriminada. Su uso reiterado es un crimen de guerra".

Otro de los miembros del equipo de investigación, el experto en armas Christopher Cobb-Smith, afirmó que "el fósforo blanco es un arma destinada a proporcionar una cortina de humo para los movimientos de tropas en el campo de batalla".

"Es muy incendiaria, provoca ráfagas de aire y su efecto de propagación es tal que lo que nunca debe ser usado en zonas civiles", subrayó.

Amnistía Internacional señaló que las cuñas de fósforo blanco están dispersas por todas partes en los edificios residenciales y ponen en peligro a los residentes y a niños que juegan en la calle.

Cada bomba contiene 116 cuñas de fieltro saturadas con fósforo blanco, que se inflaman en contacto con el oxígeno, se dispersan en una superficie de, al menos, del tamaño de un campo de fútbol y provocan quemaduras en los músculos y en los huesos a la población.