Las autoridades marroquíes han negado durante años que existieran casos de "desaparecidos", pero la liberación de más de 300 personas detenidas en secreto, con motivo de una amnistía decretada el pasado 12 de junio, confirmó oficialmente su existencia.

Amnistía Internacional no ha podido nunca determinar el número exacto de "desaparecidos",entre otras cosas porque los familiares y las personas que pueden facilitar información temen por su integridad física. "El tema es casi tabú en Marruecos", señala la organización humanitaria.

Sin embargo, AI asegura que son centenares los saharauis que se encuentran aislados del resto del mundo en centros secretos de Marruecos, en cárceles oficiales o en el Sahara Occidental, aunque muchos pueden haber muerto ya.

Ninguno de los detenidos y luego liberados han sido juzgados, ni se han presentado argos en su contra, a pesar de que en algunos casos han estado recluidos ilegalmente durante 15 años.

Más de 260 reclusos saharauis, que se hallaban bajo custodia en el centro de Qal'at M'gouna, fueron puestos en libertad, salvo 43, que fallecieron durante su encarcelamiento.

Otros 60 saharauis, 50 hombres y 10 mujeres, fueron liberados de un centro secreto de detención situado en el cuartel militar de El Aaiún. Estas personas eran los últimos presos de un grupo de unos 200 detenidos en 1987, cuado la ONU realizaba una misión técnica en el Sahara Occidental, afirma AI.

DURAS CONDICIONES DE RECLUSION

"Se cree que los que no han podido sobrevivir fallecieron a consecuencia de las enfermedades causadas por la dureza de las condiciones y que no fueron debidamente atendidas. Durante años, la alimentación y la ropa generalmente no fueron adecuadas. Hasta la mitad de la década de los 80, en Qal'at M'gouna se mantenía aislados entre sí a los grupos", dice Amnistía Internacional.

"Según parece" continúa la organización humanitaria, "las condiciones de reclusión en el centro secreto de detención de El Aaiún eran mucho más duras. Durante la totalidad del primer año de reclusión los presos permanecían esposados y con vendas en los ojos. No les permitían hablar. Les obligaban a dormir sobre un suelo de cemento y no les facilitaban suficientes mantas".