El homenaje tuvo lugar en el parque del Retiro y al mismo asistieron el ministro del Interior, José Antonio Alonso; el director general de la Policía, Víctor García Hidalgo; el Alto Comisionado para las Víctimas, Gregorio Peces-Barba; el delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez, y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño.

El acto comenzó con la entrega del premio "TEDAX de honor" a familiares de miembros de esta unidad fallecidos en acto de servicio, así como a agentes que resultaron heridos en alguna intervención. Además, se llevó a cabo la entrega de una placa a algunos integrantes de la primera promoción de agentes especializados en desactivación de explosivos.

Alonso expresó el reconocimiento del Gobierno y de toda la sociedad hacía los policías encargados de neutralizar coches-bomba, ya que constituyen una unidad "especialmente valiosa" para los ciudadanos.

FORTALEZA Y SACRIFICIO

El responsable de Interior recordó a los 12 TEDAX fallecidos en acto de servicio desde que esta sección de la Policía fue creada, hace treinta años, al tiempo que destacó el "espíritu de sacrificio" y la "fortaleza" de estos agentes, así como su "solidez moral, técnica y emocional".

Por su parte, el director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, aludió a que los policías especializados en la desactivación de explosivos son el "último eslabón" de la lucha antiterrorista y constituyen un ejemplo por su entrega.

García Hidalgo aludió, asimismo, a que los TEDAX siguen modernizándose para adaptarse a los cambios que se registran en la actividad de las bandas terroristas y grupos de delincuencia organizada, algo que se está haciendo de forma planificada.

Por su parte, el Alto Comisionado para las Víctimas, Gregorio Peces-Barba, afirmó que los agentes homenajeados hoy son "determinantes" en la lucha contra el terrorismo, ya que su labor salva muchas vidas y garantiza la seguridad de los ciudadanos.

El Alto Comisionado se refirió a que a estos especialistas de la Policía cabría aplicar la frase pronunciada durante la Segunda Guerra Mundial por el primer ministro británico, en el sentido de que "nunca tan pocos han hecho tanto por todos".