El nuevo impuesto, que podría entrar en vigor en 2009 o 2010, afectaría principalmente a los conductores de todoterrenos, cuyas emisiones superan los 225 gramos de C02 por kilómetro, mientras que los vehículos de tamaño medio con emisiones entre 120 y 225 gramos de CO2 por kilómetro tendrían que pagar en torno a 12 euros y los de motor eléctrico o híbridos quedarían exentos.

De este modo, Livingstone pretende disuadir a los londinenses del uso de todoterrenos, que constituyen un 20% de los vehículos particulares que circulan por la capital británica, para los que recientemente también elevó el importe del impuesto de circulación a 311 euros anuales.

Las organizaciones medioambientales consideran que esta medida constituiría un importante avance en la lucha contra el cambio climático, sin embargo, la Asociación de Fabricantes y Vendedores del Sector de Automoción del Reino Unido se ha mostrado en contra de ella, ya que en su opinión perjudicará a los propietarios de automóviles familiares tipo monovolumen.