Los hábitos de diversión de este colectivo, especialmente por la mezcla de ingestión de alcohol con conducción nocturna durante los fines de semana, son la causa determinante de su mayor accidentalidad.

Jóvenes de esas edades aparecen en el 24 por ciento de los accidentes de circulación con víctmas, el doble de lo que les correspondería en función de la parte de la población española que representan (el 12 por cien).

Lo más preocupante, según la DGT, es que la siniestralidad en carretera de este grupo de población "se han mantenido en los últimos cuatro años, pese a la tendencia descendemte de la accidentalidad en genral en ese periodo".

En 1993, 858 jóvenes mayores de 18 y menores de 25 perdieron la vida en turismos, y otros 5.204 resultaron heridos graves y 12.787 leves. Además, 251 mrieron cuando viajaban motocicletas y 63 cuando lo hacía en ciclomotores.

La revista de la DGT señala que las características psicológicas de estos jóvenes explican algunos de sus comportamienos, que también tienen su reflejo al volante: su necesidad de autoafirmación, la sobrevaloración de su propia capacidad y los efectos que producen el alcohol y otras drogas.