La muerte del etarra cuando era trasladado a un centro hospitalario al sobrevenirle un infarto de miocardio en junio de 1.990 en la cárcel de Martutene ha sido considerada por el tribunal como accidental y debida a su afición al tabaco.

La sentencia estima que el propio Zalakain "contribuyó desgraciadamente de alguna manera" a su fallecimiento, debido a que "era un gran fumadory conocía que esta circunstancia le suponía un evidente riesgo para la salud".

Por eso, la sentencia explica que no puede achacarse a los facultativos la imprudencia de que se les acusaba "al respetar los deseos del paciente, pues ello sería exorbitar la realidad de las cosas y exasperar el concepto de realidad médica".

Durante el juicio, la fiscalía solicitó una pena de un año de prisión para cada uno de los acusados y una indemnización de 10 millones para los familiares del fallecido, mientras ue la acusación particular pidió una condena de 6 años de prisión y una indemnización de 30 millones de pesetas.