Según algunos testimonios recogidos por Amnistía, la pareja se había fugado a Pakistán, pero regresó a la aldea de Mullah Qulli, en el distrito de Archi, a unos 50 kilómetros de Kunduz (norte de Afganistán), después de que sus familias aceptaran que ambos se casaran, a pesar de estar comprometidos con otras personas.

El director de Amnistía Internacional en Asia y Oceanía, Sam Zarifi, señaló que "la lapidación de esta pareja es un crimen atroz. Los talibanes y otros grupos insurgentes están siendo cada vez más brutales en sus abusos contra los afganos".

La lapidación se produjo dos días después de que la más alta instancia religiosa islámica de Afganistán, el Consejo de Ulemas, instara al Gobierno a hacer cumplir los castigos físicos más estrictos de la "sharia", como una concesión a los talibanes en un intento de poner fin a la guerra.

"Los líderes afganos deben estar contra la lapidación y otros terribles abusos contra los derechos humanos disfrazados de 'justicia'", indicó Zarifi.

La de ayer fue la primera lapidación confirmada que ha tenido lugar en Afganistán desde la caída del régimen talibán, en 2001. Cuatro años después pudo ocurrir un caso similar por adulterio, pero Amnistía no ha podido verificar de forma independiente este caso.

Amnistía Internacional ha advertido al Gobierno afgano de que no debe sacrificar los derechos humanos, en particular los derechos de las mujeres y las minorías, en nombre de la reconciliación con los talibanes y otros grupos insurgentes.

En este sentido, esta organización instó recientemente al Ejecutivo afgano a que solicite la asistencia de la Corte Penal Internacional para investigar los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos por todas las partes en al guerra en Afganistán.