En esa fecha, Trabajo tenía contabilizados 2.213.636 autónomos propiamente dichos, es decir, aquellos que son personas físicas y que, aunque tengan algunos empleados, realizan actividad en su empresa y no son únicamente los propietarios de la misma.

De ellos, 1.946.946 cotizan o por la base mínima (1.692.003) o por bases reducidas (254.943), que son aquéllas a las que se pueden acoger, por ejemplo, jóvenes o mujeres.

Para el año 2006, la base mínima de cotización para los autónomos está establecida en 785,70 euros mensuales, mientras que la máxima es de 2.897,70 euros.

No obstante, hay cuantías reducidas de cotización para menores de 30 años o mujeres de más de 45 situadas en 631,20 euros al mes. En el extremo contrario, los mayores de 50 años, salvo excepciones, tienen una cuota mínima mensual de 809,40 euros.

MÁS DESDE LOS 50

Este hecho se produce porque, suponiendo una jubilación a los 65 años, es a los 50 cuando se empiezan a contar los 15 años que se toman en consideración para el cálculo de la cuantía de la pensión.

Los autónomos lo saben, y prueba de ello es que entre los que tienen más de 50 años cae hasta el 76,4% el porcentaje del colectivo que cotiza por la base mínima. Sin embargo, entre los menores de esa edad, el 93% elige bases mínimas o reducidas en sus pagos a la Seguridad Social.

En su informe, el Ministerio de Trabajo reconoce que el que a partir de los 50 años aumenten los autónomos que elevan su base de cotización es un hecho "relacionado con la proximidad a la edad de jubilación".

Hay aspectos curiosos, como el que el 95,2% de los extranjeros elijan la base mínima para sus pagos a la Seguridad Social. Por sectores, destaca que en la construcción y los servicios el 85% de los autónomos se decantan por la base más baja.