El alto porcentaje de recaídas, a juicio de este especialista, se debe a que la decisión de dejarlo está sometida a cuestiones psicológicas y a una dependencia física a la nicotina, que aparece durante las primeras semanas tras la privación repentina del tabaco.

El responsable de la Unidad de Tabaquismo del Hospital La Princesa, de Madrid, aclara que muchos ex fumadores recientes tosen y tienen más expectoración que cuando consumían tabaco, lo que no signifia un empeoramiento en su estado de salud.

"La explicación de esta sensación de malestar es que el tabaco es una sustancia tóxica que paraliza el mecanismo que limpia los bronquios, lo que provoca una retención de secreciones. Un fumador no tose porque tiene la mucosa bronquial destrozada y ésta no es capaz de reaccionar ante la agresión que supone el humo del tabaco", explicó.

Una vez que alguien deja de fumar se activa ese mecanismo de limpieza y las secreciones producen tos y expectoración. Est situación se mantiene durante los tres primeros meses, fase que, a su juicio, es la más crítica para el ex fumador.