Los corales comen plástico porque les gusta, no porque parezcan presas

MADRID
SERVIMEDIA

Los científicos saben desde hace mucho tiempo que algunos animales marinos comen restos de plástico por error porque los pequeños trozos flotantes de residuos pueden parecer presas, pero un nuevo estudio indica que los corales llevan a cabo este comportamiento potencialmente dañino porque el plástico sabe bien, ya que los aditivos químicos actúan como un estimulante alimentario.

El estudio, realizado por tres investigadores de la Universidad Duke (Estados Unidos) y publicado en la revista ‘Marine Pollution Bulletin’, señala que los corales no pueden confundir los microplásticos con presas porque carecen de señales visuales.

“Los corales comieron todo tipo de plásticos en nuestros experimentos, pero prefirieron los microplásticos desenrrollados por una diferencia triple en comparación con los microplásticos cubiertos de bacterias”, apunta Austin S. Allen, doctorando de la Escuela Nicolás de Medio Ambiente de la Universidad Duke, quien añade: “Esto sugiere que el plástico en sí contiene algo que lo hace sabroso”.

Alexander C. Seymour, coautor del estudio, indica que el plástico contiene cientos de aditivos químicos cuando sale de fábrica y que “cualquiera de estos químicos o una combinación de ellos podría estar actuando como un estimulante que hace que el plástico sea atractivo para los corales”.

CUATRO DÉCADAS

Los microplásticos, que son pequeñas piezas de plástico de menos de cinco milímetros de diámetro, comenzaron a acumularse en los océanos hace cuatro décadas y ahora están extendidos en el medio marino. Representan una gran amenaza para la alimentación de animales marinos, incluidas muchas especies de aves, tortugas, peces, mamíferos marinos e invertebrados.

Debido a que el plástico es en gran medida indigerible, puede conducir a bloqueos intestinales, crear una falsa sensación de plenitud o reducir las reservas de energía en los animales que la consumen. "Alrededor de un 8% del plástico que ingirieron los pólipos de coral en nuestro estudio todavía estaba atascado en sus entrañas después de 24 horas", apunta Allen.

El plástico también puede filtrar cientos de compuestos químicos en sus cuerpos y el entorno circundante. Los efectos biológicos de la mayoría de estos compuestos aún se desconocen, pero algunos, como los ftalatos, son estrógenos y andrógenos ambientales confirmados, es decir, hormonas que influyen en la determinación del sexo.

Allen y Seymour llevaron a cabo su estudio en dos partes utilizando corales recolectados en aguas de la costa de Carolina del Norte. En su primer experimento, ofrecieron pequeñas cantidades de ocho tipos diferentes de microplásticos a los corales para ver si los animales comían los trozos del tamaño de un bocado frente a otros objetos de tamaño similar que se les ofrecían, como arena limpia. "Descubrimos que los corales comían todos los tipos de plástico que ofrecíamos y, en su mayoría, ignoraban la arena", recalca Allen.

En el segundo experimento, colocaron grupos de coral en cámaras de alimentación separadas. A cada grupo se le ofreció la misma cantidad de ‘comida’ (plásticos desgastados) durante un período de 30 minutos, pero algunos grupos sólo recibieron partículas de microplásticos sin desmoldar, mientras que otros únicamente tuvieron partículas de micropásticos erosionados con una biopelícula bacteriana. Este experimento verificó que los corales comen ambos tipos de plástico, pero prefirieron el tipo limpio por un margen de tres a uno.

"En última instancia, la esperanza es que si podemos fabricar plástico para que guste sin querer a estos animales, también podríamos fabricarlo para que tenga un sabor intencionadamente malo. Eso podría ayudar significativamente a reducir la amenaza que plantean estos microplásticos", concluye Seymour.

(SERVIMEDIA)
25 Oct 2017
MGR/caa