Según informó la Policía, la banda contaba con una estructura perfectamente jerarquizada. Al frente se encontraban dos hermanos y la pareja de uno de ellos, vecinos de Castellón.

Una vez concretados todos los detalles acerca de la cantidad, el lugar y la forma de entrega del cargamento, otros tres miembros de la red se encargaban de adquirir una lancha con la que realizar el desembarco de la droga en las costas gaditanas, así como de realizar el posterior traslado por carretera del hachís.

Además, captaban a los "porteadores" en Castellón y les facilitaban la infraestructura necesaria en Cádiz hasta el día que se producía el alijo. Estos "porteadores" cobraban por kilogramo de hachís desembarcado y eran trasladados días antes de realizar la operación hasta una zona próxima a Barbate, donde se alojaban en una casa a la espera de instrucciones.

Una vez que llegaba la droga a la costa, la cargaban en los automóviles y la llevaban a Castellón con el apoyo de otros miembros del grupo que les abrían camino en vehículos lanzadera con la misión de alertarles en caso de detectar la presencia policial.