Hallan en los Pirineos huellas de una especie desconocida de reptil anterior a los dinosaurios
- Vivió hace 247 millones de años
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Un equipo de investigadores del Departamento de Geología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) ha descubierto en el Pirineo leridano un gran conjunto de huellas de arcosauromorfos, reptiles que posteriormente dieron lugar a los cocodrilos y a los dinosaurios, entre ellas las de una nueva especie que vivió hace entre 247 y 248 millones de años: ‘Prorotodactylus mesaxonichnus’.
Este hallazgo forma parte de las campañas de campo realizadas desde 2012 por geólogos, biólogos y paleontólogos de la UAB y del ICP en colaboración con geólogos locales en afloramientos de los Pirineos correspondientes a los periodos Pérmico y Triásico (entre 300 y 200 millones de años), que han dado lugar al descubrimiento de una gran cantidad de nuevos yacimientos, según informó hoy la Universidad Autónoma de Barcelona.
En un estudio publicado en la revista ‘PLOS ONE’, los investigadores decriben los ecosistemas del Pirineo de Lleida durante el inicio del Mesozoic a través de vertebrados que vivieron durante el Triásico inferior y medio (hace entre 247 y 248 millones de años).
Este intervalo de tiempo fue crucial para la recuperación de los ecosistemas después de la extinción de finales del Pérmico (hace unos 252 millones de años), la más mortífera de la historia de la Tierra, donde se calcula que se extinguieron alrededor del 90% de las especies, superando así con creces la que causó la extinción de los dinosaurios.
Durante el Triásico, la Tierra tenía una configuración muy diferente a la actual: todos los continentes se encontraban unidos en uno solo llamado Pangea. En este periodo geológico, los Pirineos, situados en la zona ecuatorial del planeta, estaban formados por un conjunto de pequeñas cuencas donde se acumulaban sedimentos de origen fluvial que han dado lugar a rocas de una coloración típicamente rojiza, muy abundante en diversos lugares de los Pirineos, así como también en toda Europa.
HUELLAS FÓSILES
El estudio se basa en el análisis de huellas fósiles (icnitas) que dejaron varios grupos de reptiles sobre estos sedimentos, así como de los ecosistemas donde vivieron. “Las icnitas son unos fósiles muy efímeros y de difícil conservación, pero gracias a la técnica fotogramétrica para obtener modelos 3D y a la realización de moldes de silicona hemos podido identificar y preservar su registro”, explica Eudald Mujal, investigador de la UAB.
El análisis de las rocas en tres áreas pirenaicas diferentes ha permitido ver que los ambientes triásicos estaban formados por ríos sinuosos y llanuras de inundación. En todos estos ambientes vivía una gran diversidad de faunas de vertebrados, mayoritariamente correspondientes a arcosauromorfos, el grupo de reptiles que posteriormente dio lugar a los cocodrilos y a los dinosaurios.
El estudio de las huellas ha demostrado que dominaban los arcosauromorfos de tamaño más bien reducido, de aproximadamente medio metro de largo, aunque también había, en menor cantidad, ejemplares de más de tres metros de longitud.
De entre el conjunto de icnitas destaca la presencia de una forma no descrita hasta ahora, que ha comportado el establecimiento de una nueva icnoespecie: ‘Prorotodactylus mesaxonichnus’. Las icnoespecies son el modo como los investigadores clasifican las huellas fósiles (ya que se desconoce qué animal concreto las produjo) y es equivalente a una especie biológica.
Hasta ahora, el icnogénero (género de huella fósil) ‘Prorotodactylus’ sólo se conocía en la cuenca germana centroeuropea (Polonia y Alemania). Estas icnitas se habían atribuido a dinosauromorfos, miembros tempranos del linaje de los dinosaurios, pero las nuevas icnitas pirenaicas muestran que se encuentran relacionadas con otro grupo de arcosauromorfos basales, descartando la relación de la nueva icnoespecie con el linaje de los dinosaurios.
“Las nuevas huellas pirenaicas indican que estos animales, de aproximadamente medio metro de largo, usaban las cuatro patas para caminar, y a menudo dejaban marcas de la cola. De todas formas, algunas huellas evidencian una posible locomoción bípeda en momentos puntuales, para ir más rápido”, apunta Josep fortuni, investigador del ICP.
(SERVIMEDIA)
20 Abr 2017
MGR/gja