Cristo no murió en la Cruz, se despertó de un coma

MADRID
SERVIMEDIA

Jesús de Nazaret sufrió un coma superficial del que despertó tras ser lavado y envuelto en la Sábana Santa, hecho que sin duda los primeros cristianos interpretaron como “un milagro, como una resurrección".

De esta tesis parte "La mano del predicador", el nuevo libro del experto en medicina forense y en la actualidad delegado del gobierno para la violencia de Género, Miguel Lorente.

Según explica Lorente a Servimedia, en esta tela no aparecen signos ni de rigidez cadavérica ni se aprecia el desangramiento que, en caso de muerte, debería haberse producido a través de las heridas en la espalda del Cristo, dada la posición en que se le colocó.

Al contrario, continúa, los indicios de coagulación sanguínea y la postura de rigidez de las manos y el cuerpo (resultado de una contractura generalizada por el suplicio en la cruz) “indican signos de vitalidad” en el cuerpo que se envolvió en la sábana, cuya autenticidad también defiende el autor.

Así lo mantuvo Lorente en su anterior libro, "42 Días", y ahora retoma esta idea de la que a su juicio también el arte se ha hecho eco.

Entre otros, Lorente analiza el retrato más antiguo conocido de Cristo, el Pantocrátor del Sinaí, donde la mano de Jesús en gesto de bendición prueba “la fractura del nervio que sufrió al ser clavado en la Cruz".

UNA NUEVA DOCTRINA

Además, el libro sostiene que en los años posteriores a la crucifixión Jesús debió ocultarse en Galilea, “donde reorientó la filosofía y el mensaje del Cristianismo para sacarlo del mundo judaico y abrirlo al resto de la Humanidad”.

“El Nuevo Testamento es, de hecho, mucho más crítico con los judíos que con los romanos”, señala Lorente, para quien ello responde a un intento de romper con la tradición judía en que originalmente se movió el Nazareno.

A su juicio, es muy probable que por aquella época un Jesús con grandes dificultades (probablemente no podría andar y tendría problemas para respirar) entrase incluso en contacto con Pablo de Tarso (San Pablo), y lo convirtiese en uno de los principales líderes de la nueva religión.

“Las revelaciones de San Pablo pudieron ser encuentros directos con Jesús”, declara, que de este modo dio cabida a uno de los hombres clave para la extensión de su doctrina.

Del mismo modo sostiene que las apariciones a varios discípulos "pudieron ser encuentros reales" y que las búsquedas documentadas de su cuerpo en las montañas de Arimatea por parte de las autoridades romanas sugieren que este fue el lugar donde se trasladó a un convaleciente Jesús "tras sacarlo a escondidas de Jerusalén".

NO FUE UN ENGAÑO

Sin embargo, Lorente niega que existiese ningún tipo de conspiración y asegura que los primeros cristianos que observaron la tortura y posterior crucifixión “vieron a cristo muerto y luego resucitado".

“Ello explica que aquel grupo no se disolviera pese a las hostilidades (como sucedió con los seguidores de Juan el Bautista), y la fortaleza única para enfrentarse a las autoridades romanas que demostraron", argumenta Lorente.

En su opinión, “aquel grupo vio algo excepcional: la supervivencia después de la muerte", y “yo lo único que hago es sugerir que pueden existir elementos de racionalidad en su explicación", aclara.

“La interpretación que luego se le dé depende de cada uno”, prosigue Lorente, que como ejemplo pone el caso de alguien que se cae desde un séptimo piso y sobrevive.

“Es posible que se enrede en las cuerdas de tender y que luego un techo de Uralita amortigüe la caída, pero por muy racional que esto sea, ¿quién se atreve a tirarse también?”.

Así lo resume el autor, que asegura no haber recibido ninguna crítica de la Iglesia por un libro que define como "respetuoso". “Este libro no es un ataque contra nadie", solo trata de introducir nuevos elementos de reflexión, termina Lorente.

(SERVIMEDIA)
12 Mayo 2010
AGQ/lmb