En una entrevista en RNE recogida por Servimedia, se mostró convencido de que quienes impulsaron el “motín oligárquico” para derribar a Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE no se iban a quedar “a mitad de camino” sin acabar en la abstención, como tampoco Mariano Rajoy accedería a ser investido para que la legislatura dure seis meses.

Ahora al PSOE le queda superar el “juego de malabarismo, de equilibrismo” para reducir la brecha que le separa de sus bases, pero Garzón cree que “da igual el mecanismo” que elija para materializar esa abstención porque lo único que importa es que facilitarán la elección de Rajoy como presidente.

A Garzón no le sorprendería que Alberto Fernández Díaz siguiera como ministro del Interior a pesar de haber sido reprobado por el Congreso de los Diputados, dado que el PP intenta seguir actuando como si tuviera mayoría absoluta a pesar de las “verdaderas barbaridades” que se están conociendo sobre su gestión.

Denunció que en otros países los ministros dimiten por no pagar una multa o por plagiar una tesis y en España cuando se demuestra que eres parte de una trama de corrupción “lo que ocurre es que el PSOE te hace presidente del Gobierno”.

INVITACIÓN AL SUICIDIO

Todos los miembros de Unidos Podemos, aseguró, querían que Pedro Sánchez fuera el presidente con un programa “participado entre las izquierdas”, pero el PSOE inició una negociación paralela con Ciudadanos “en la sala de al lado” y optó por un modelo “en lo económico de derechas y en lo social de izquierdas”.

En su opinión, Sánchez estaba “dispuesto” a intentar esa vía tras las elecciones de diciembre y a volver a hacerlo tras las de junio, pero ese tren “descarriló” por quienes dentro del PSOE preferían hacer presidente a Rajoy que permitir la más mínima influencia de Unidos Podemos, lo cual era una invitación a que el secretario general “se suicidara”.

Garzón cree que Unidos Podemos debe articular una alternativa real al PP y que el debate sobre si es más importante el Parlamento o la calle es “más artificial que real” porque ambos ámbitos son necesarios y compatibles. Defendió, además, ser “elegante en las formas y radical en los contenidos” llamando a las cosas por su nombre pero con datos y argumentos.