En su réplica al candidato, Iglesias ironizó al decir que es “un placer y un honor” debatir con Rajoy, algo que “por desgracia, no es demasiado frecuente”. En respuesta al reproche de que no reconoce nada bueno en él, el líder de Podemos le dijo que le considera “un señor estupendo” con “muchas cosas buenas”, como sentido del humor, ser “un tipo irónico” y un “parlamentario con retranca, que atrae nuestra atención cuando se sube a la tribuna” y con quien es “interesante debatir”.

El problema, le dijo, no es personal, sino “el resultado de sus gobiernos” en términos de desigualdad y precariedad. Coincidió con Rajoy en que España no ha podido salir de la crisis devaluando su moneda y por eso, añadió, se han devaluado los salarios y las condiciones de vida de los ciudadanos.

Iglesias dijo a Rajoy que proclamarse como un demócrata “es muy fácil”, pero serlo implica una serie de requisitos, y firmar en horas una reforma de la Constitución que entrega la soberanía a poderes exteriores es, cuando menos, “asumir un déficit democrático”. Quienes “recortan” la democracia, afirmó, son “menos demócratas” que quienes entienden que las decisiones de un país las toman sus gentes y no los poderes financieros, ni la canciller de Alemania.

El líder de Podemos había terminado su intervención inicial con el puño en alto y Rajoy le dijo que lo reprocha ese gesto siempre que no sea “obligatorio”. En la réplica, Iglesias juzgó “imprudente” esa reflexión viniendo del líder de un partido fundado por “los cuadros de una dictadura” que obligaban a saludar como los fascistas. “Es lo que hay”, respondió con un gesto de resignación ante las protestas de la bancada del PP.

Rajoy le había dicho con ironía que a nadie del PP el Ibex-35 le ha puesto un piso, y al subir a la tribuna Iglesias reconoció que un piso no, pero “un puesto en un consejo de administración” sí, como a exministros también del PSOE pero a nadie de Unidos Podemos ni de sus confluencias.

La pregunta de ante quién da la cara un Gobierno, sentenció Iglesias, arroja “dos concepciones de la democracia distintas”. “La cosa tiene narices, con perdón”, cuando se pone a Grecia para criticar a su formación cuando fue “el partido hermano” del PP el que “destrozó” la economía de ese país y lo convirtió en un “protectorado”. Celebrarlo, añadió, es “incompatible con ser demócrata y defender la soberanía”.

Cuando se critica al PP, concluyó, no se critica a España. “España no es usted, España no es su Gobierno. España es la gente, no son los inversores ni los socios europeos”, como tampoco lo es “la bandera en la pulsera mientras tienen cuentas en Suiza o Andorra. España son sus pueblos y sus gentes” y es difícil articularla siendo una fuerza “subalterna” en Cataluña y en el País Vasco.